En 2015, realizamos nuestra mudanza a Cajamar. En abril, ya teníamos allá tres líneas en operación y un contingente de cerca de 60 profesionales. A fines de 2015, terminamos el proceso de transferencia y nos despedimos de Alphaville, que permanecerá para siempre como un capítulo importantísimo de la historia de Gonçalves.

En 1989, cuando nos mudamos allá, vivimos una especie de un rápido viaje al futuro. Salimos de las antiguas instalaciones de Belenzinho a un edificio totalmente nuevo, planeado y construido para ser una gráfica. Con sus 7,3 mil m², nos parecía enorme. Pero, en menos de diez años, tuvimos que hacer una gran expansión, seguida de otras menores, hasta que en 2010, con 21 mil m² de área construida, habíamos llegado al límite de la ocupación del local de Alphaville. Fue en ese momento que nació la necesidad de una nueva unidad. Compramos el terreno en Cajamar, diseñamos el proyecto y en 2012, iniciamos la construcción. Ahora, la obra está casi finalizada. El área de producción ya está terminada y el edificio administrativo, en etapa de finalización.

Como en 1989 cuando fuimos a Alphaville, estamos, de nuevo, dando un salto al futuro. La unidad de Cajamar tiene casi el doble del tamaño, una concepción súper moderna y todo para permitirnos seguir creciendo. Y ese “todo” incluye un factor primordial: gente. Queremos que cada integrante de nuestro equipo de trabajo nos acompañe en esta nueva etapa de la vida de Gonçalves. Sabemos que, más que un edificio moderno y avanzadas tecnologías, lo que hace la diferencia en la empresa son las personas – profesionales competentes y dedicados, comprometidos en dar lo mejor de sí para crear productos que atiendan plenamente las demandas de nuestros clientes. Estamos cambiando de dirección, pero la esencia de Gonçalves – su compromiso con la calidad y con el cliente – permanece igual. Y esa esencia es cultivada día a día por cada uno de nosotros – directores, líderes y equipos de trabajo.

Paulo Gonçalves